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Monte Castro

Surcos de la buena memoria en el barrio Monte Castro

Irma Soledad Abades

, 2020.

“La percepción de un espacio natural o construido no es reductible a los datos objetivos, sino que se nutre de una superposición de informaciones, comportamentales (hábitos ligados a los trayectos, a los lugares) conceptuales (saberes abstractos sobre la organización y las funciones de los espacios) y sobre todo de naturaleza imaginales”. (1)

La historia de un barrio se construye por estratos de memoria superpuestos a lo largo del tiempo. Para aquel curioso que intente desocultar momentos, gestos y perfiles que ayuden a comprender una identidad barrial no tendrá más escudriñar entre esos estratos contenedores de surcos-señales del pasado.

Dichos surcos, como testimonio de otredades, son parte de acontecimientos que ya no están, pero que ameritan desocultarse y que podríamos –en una primera instancia- clasificar y nombrar como concretos y/o virtuales. En esta mirada se señalan como surcos concretos aquellos que, al exponer sus partes permiten reconstruir lo que en otro momento fue una totalidad organizada. Los otros, los virtuales, dependen de la memoria y se amparan y perpetúan a través de la trasmisión oral, del “boca a boca”.

Si bien ambos están a disposición del observador inquieto que bucea en la identidad barrial vale aclarar que entre estos dos polos (concreto-virtual) existen muchos otros dispositivos de recuperación de datos del pasado que no necesariamente están anclados en la experiencia directa.

En ese intermedio se ubican las constantes, las transformaciones, los suspensos, los modos de habitar, el uso del tiempo, los ruidos, los silencios, el eco, el movimiento y los afectos, entre otras variables.

Este fenómeno de búsqueda de esencias, observado dentro del barrio Monte Castro, permitirá rescatar datos singulares en un área acotada que tiene como eje ordenador a la Avenida Álvarez Jonte, desde el extremo de la Avenida Segurola hasta la Avenida Lope de Vega.

PRESENTACIÓN DE CASOS

El tramo circulatorio seleccionado no sólo permite la exploración dentro del tejido circundante sino que a la vez dirige nuestra mirada retrospectiva hacia sus propias transformaciones. Este conectante urbano, hoy paseo de compras reconocido como Centro Comercial a Cielo Abierto Monte Castro, también tuvo modificaciones a lo largo del tiempo vinculadas con el crecimiento habitacional, comercial y con los cambios en el flujo circulatorio. Si bien en la actualidad goza de asfalto y de un solo sentido circulatorio, anteriormente se presentaba con empedrado y de doble mano para la circulación vehicular.

Los limitantes seleccionados para acotar la observación sobre la Avenida Jonte a su vez contienen dos referentes urbanos significativos aunque de diferente escala y uso. Ellos son: en Jonte y Segurola: la pizzería “El Fortín” designada a fines del 2006 como Bar Histórico por parte del Gobierno porteño y en el otro extremo un prestigioso Centro Regional de Rehabilitación, el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca (la totalidad del predio comprende la manzana delimitada por las calles Segurola, Alcaraz, Avenida Álvarez Jonte y Sanabria) Pero, a los fines de este trabajo, sólo se los toma y menciona como referentes barriales y no como objeto de estudio ya que son en sí mismos expresión manifiesta de su propia historia.

El interés de esta presentación se centra en encontrar partes de este mosaico roto y el primer enlace con el tema se presenta en el nodo Jonte-Segurola. Específicamente en Jonte 4455 donde funcionó el Cine Teatro Febo inaugurado por la familia Corradini el 30 de noviembre de 1929.

¿Cómo reconocer en el frente actual aquella fachada eclecticista que salía a recibir con una marquesina generosa a los usuarios del barrio? El original edificio de hormigón que se exponía hacia la calle alternando en su fachada lenguaje gótico y del renacentismo clásico en la actualidad nos presenta una cornisa austera y continua con la cual reemplaza el perfil recortado con que se remataba jerárquicamente la volumetría.

Desprovisto de sus atributos estilísticos, cuando el cine dejó de funcionar se utilizó su caja arquitectónica para las instalaciones de un banco, posteriormente fue un depósito y en la actualidad expone sus productos una librería.

Sin embargo, en ese tramo de Jonte entre Sanabria y Segurola aún nos sigue llamando la atención la volumetría del que fuera el Cine Teatro Febo ya que su escala dimensional y perceptiva así como las dimensiones del acceso, aún ante la ausencia de todo rasgo estilístico, remite a memorables pocas pasadas cuando este cine no tenía nada que envidiar a los que en ese momento se construían en el centro de Buenos Aires. (2) Con el último uso mencionado se agrega un plus por la apertura de vidrieras que, al exponer libros, liga al edificio con el rasgo cultural que lo caracterizó en épocas pasadas.

Veamos qué ocurrió con otro cine del barrio, el Lope de Vega. Con respecto a este cine, la tarea de recuperar datos, de encontrar algún gesto, alguna huella que vincule con su entidad original, es mucho más compleja. Al cerrarse como cine se transformó en el uso (actualmente funciona una cadena supermercadista) y en el afán comercial que conlleva dicho cambio se borraron totalmente todos los atributos originales tanto de su fachada como (obviamente) de la estructura disposicional interior. Sólo permanece en la evocación de aquellos que en alguna oportunidad lo frecuentamos y que, a través del relato nos ocupamos de construir memoria.

Se deja constancia que los mencionados fenómenos concretos de transformación morfológica, espacial y funcional están ligados con situaciones socioeconómicas y con intereses especulativos más que con planteos o posturas de carácter arquitectónico dejando atrás un entramado único de relaciones socio-afectivas pertenecientes al patrimonio barrial.

En otras ocasiones se mantuvo el uso de origen, aunque alterando la propuesta arquitectónica como es el caso de la confitería localizada en Jonte y Bermúdez donde anteriormente funcionaba como bar-café con una atmósfera muy particular por la relación interior exterior que ofrecía, por la disposición de su equipamiento, por las mesas para jugar billar y por la presencia de un aparato de teléfono público para uso de los vecinos cuando la telefonía ni soñaba con los alcances y movilidad que goza en nuestros días.

Otro hito refuncionalizado dentro de este trazado es la Galería Comercial Jonte sobre la avenida Jonte entre Allende y Benito Juárez.

Donde actualmente se desarrolla esta galería-centro comercial, que culmina en un patio pleno de bullicio y colores por la presencia de la calesita con su esquiva sortija que premia a los más habilidosos, anteriormente se organizaba el acceso principal al Instituto de Frenopatía Open Door, Dr. Cabred.

Aparentemente nada queda de aquel ingreso, pero con una observación más ajustada se reconoce que la galería conserva el mismo orden direccional y simétrico que aquella senda bordeada por álamos, que oficiaba de acceso principal para el mencionado Instituto.

Con el afán de continuar desocultando huellas, nos apartaremos brevemente de la avenida Jonte, que permite un enlace geográfico en el relato, para indagar sobre el tema en el Instituto Open Door.

Según Steven Hall: Para comprender la interacción entre los fenómenos y la intención de la experiencia, diseccionamos el conjunto y analizamos nuestras percepciones parciales”

En 1924 se comienza a construir este complejo entre las calles Santo Tomé, Bermúdez, Lascano y Benito Juárez con la señalada salida por Jonte al 4700. Este conjunto, que proponía un particular sistema de puertas abiertas, funcionó hasta el año 1958, después de lo cual se produjo su demolición y la consiguiente transformación del sitio de emplazamiento.

Con el objetivo de desocultar huellas virtuales, se reconoce en el trazado de la Plaza Monseñor Lafitte, ubicada en parte del predio que ocupaba el Instituto, características compositivas dentro de su trazado que se vinculan con la estructura de orden de la obra anterior. En cuanto a las huellas concretas, se puede observar la Iglesia del Instituto hoy ampliada y denominada Iglesia San Pedro como referente ineludible de esta experiencia que posibilitó la exploración de nuevas formas de abordar problemas psiquiátricos en articulación con nuevas propuestas espaciales. (3)

Para retomar el relato, es preciso volver sobre la avenida Jonte entre los pasajes La Niña y La Pinta y allí encontrar, al alzar la vista, un texto en letras de molde de gran porte: Mercado Jonte. Escrito en relieve sobre el coronamiento del que fuera el edificio del mercado es una pieza de cuidado diseño tipográfico que rememora épocas pasadas.

Paradójicamente dicho texto continúa hoy anunciando una actividad comercial semejante, aunque ahora en manos de una cadena de supermercados. Si bien el uso comercial es análogo existe una gran diferencia entre las relaciones que se generaban dentro de ese ámbito.

El vínculo entre los vecinos y los vendedores en sus distintos puestos se transformó en una relación anónima entre individuo y mercadería expuesta, la seriación de puestos de mercadistas con diferentes productos devino en expositores, góndolas y heladeras mientras la preparación de la mercadería a la vista se pasó al producto procesado y envasado (seguramente con mayor y mejor condición de higiene) que resta la relación afectiva que se generaba entre vendedor y vecino.

Se ha ganado en muchos aspectos a nivel comercial pero a la vez se perdieron valiosas relaciones espaciales que se daban en ese sitio como contenedor de cotidianeidades.

“Cotidianidad es la manifestación inmediata, en un tiempo, en un ritmo, en un espacio, de las complejas relaciones sociales que regulan la vida de los hombres en una época histórica determinada” (4)

 

REFLEXIONES FINALES

En esta búsqueda de huellas que permitan fortalecer el concepto de identidad barrial, se tomó como dispositivo de articulación a la Avenida Jonte por sus propios valores de transformación a través del tiempo y por encontrarse a lo largo de la misma, una serie de casos posibles de analizar en esta presentación.

Se operó desde polos de significación opuesta acarando que el objetivo era explorar aquellos rasgos incompletos contenidos en edilicias significativas que permitieran armar, a modo de rompecabezas, una totalidad organizada.

Se expusieron ejemplos donde sólo queda la caja arquitectónica como contenedor de situaciones funcionales ajenas a la original de la propuesta, como en el caso del Cine Teatro Febo o el Cine Lope de Vega.

En otros ejemplos la funcionalidad es semejante, aunque la poética del espacio que menciona Bachelard se haya perdido, como en el bar-café de ayer que se convirtió en la confitería-pizzería de hoy o cuando el mercado del barrio, manteniendo su uso, es en la actualidad un supermercado.

La casuística, aunque acotada, permitió reflexionar sobre situaciones urbano-arquitectónicas, como en el caso de Instituto Open Door y la actual Plaza Lafitte con su Iglesia como icono relacional entre pasado y presente.

Allí, la recomposición del trazado urbano, el nivel arquitectónico del sector que rodea a plaza, las actividades que en ella se desarrollan y la ampliación de la capilla del Instituto permiten inferir que la transformación es un aporte positivo a nivel barrial. Según LEWKOWICZ “Si no se ha pensado la dimensión contextual o se ha desestimado desaprensivamente el contexto como mera localización de su objeto (arquitectónico) lo que se habrá aportado a la subjetividad urbana será confuso, caótico, insignificante o perturbador.” (5)

Ahora bien, habría que indagar porqué, en los casos iniciales, queda instalada una sensación de desapego y de no reconocimiento de valores contenidos en esas edilicias transformadas a lo largo del tiempo.

Quizá porque esas transformaciones no contienen rasgos de identidad barrial, la cual se construye con tiempos, con historias compartidas que dejan su impronta y construyen códigos comunes. Y seguramente porque el barrio es mucho más que una delimitación catastral, es un constructo común donde deben respetarse aquellos valores que son parte indiscutible de la identidad colectiva y que definen el carácter distintivo del mismo.

NOTAS

  1. WUNENBURGER, Jean Jacques. La vida de las imágenes Bs. As. Argentina USAM 2005 Pág. 147 Lo imaginal urbano. Nota: lo imaginal designa a un conjunto de imágenes cargadas de valores afectivos
  2. Si bien su historia se remonta a 1870, el actual Cine Teatro Ópera obra del Arq. Alberto Bourdon se inauguró en 1935. El Cine Gran Rex, obra del Arq. Alberto Previsch se inauguró en 1937. El Cine Teatro Febo de los constructores Rosso y Cestarelli se inauguró en 1929.

3 Ver Revista Historia de la Ciudad Año XII Nº 59 Abril 2012 (JCEHCBA) Exploración sensible dentro de una estructura urbana singular Pág 38 a 46

  1. PICHÓN RIVIERE Enrique, de QUIROGA, Ana P. Psicología de la vida cotidiana. Bs. As. Argentina Editorial Nueva Visión 2002 (Pág 12 “Qué se entiende por vida cotidiana”)
  2. LEWKOWICZ, I. SZTULWARK, P. Arquitectura plus de sentido. Parte 2. Sobre el contexto. Bs. As Edit. Altamira 2003

BIBLIOGRAFÍA

– BACHELARD, Gastón. La poética del Espacio. Bs. As. Editorial Fondo de Cultura Económica 2000

– CARPINTERO, E. VAINER, A. Las Huellas de la Memoria Tomo 1. Bs. As. Editorial Tapia. 2004

– PICHÓN RIVIERE Enrique, de QUIROGA, Ana P. Psicología de la vida cotidiana. Bs. As. Argentina Editorial Nueva Visión 2002

– HOLL, Steven, Cuestiones de Percepción Fenomenología de la arquitectura Colección GG mínima Bs. As. Editorial GG 2011

– LEWKOWICZ, I. SZTULWARK, P. Arquitectura plus de sentido. Parte 2. Sobre el contexto. Bs. As Edit. Altamira. 2003

– SARQUIS, J. (Compilador) Coloquio. Teoría de la Arquitectura y Teoría del Proyecto. DOBERTI, R. El espacio Social: Forma, Proyecto y Ciudad. Bs. As. Nobuko. 2006

– WUNENBURGER, Jean Jacques. La vida de las imágenes USAM Bs. As 2005

Información adicional

Categorías: , Historia
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Año de referencia del artículo: 2020

11mo Congreso

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