“La panadería es de 1905. La gente venía a caballo a comprar el pan, cuando las calles todavía eran de tierra, y los repartos se hacían en un carro tirado por un burro. Por eso, se la conocía como ‘la panadería del burro negro’. Fue una de las primeras del barrio y hoy es la más antigua. Hacemos el pan en el mismo horno que había en 1905. Solo hubo que arreglarlo una vez. No lo cambié nunca por un horno rotativo, aunque me abarataría la producción. Acá tiene que venir la gente todos los días a amasar y a cocinar, pero el gusto del pan es otro, es más más sano. Gracias a Dios trabajé siempre bien, dos de mis hijos trabajan acá conmigo.” Delma celebra haber criado en Saavedra a 7 hijos. “Siempre fue un barrio muy tranquilo. Los chicos iban a la plaza, al Parque Saavedra, a jugar a la pelota o a nadar a la pileta de Platense. Menos el mayor, todos viven acá y siguen siendo hinchas del club. Saavedra sigue siendo bien barrio, de saludarte con los vecinos, de preguntarte cómo estás, de ayudarte. Es un barrio solidario no solo para los de siempre, sino también para los que llegan. Al tener una panadería, una mantiene un trato cotidiano. Tenemos la misma gente todos los días. Cuando yo llegué era un barrio de obreros, de trabajo en fábricas. Mucha de la gente que conozco estudió en la Raggio, unos son carpinteros, otros maestros mayores de obra, de artes gráficas. Hoy las fábricas se fueron corriendo hacia la provincia pero aún queda la fábrica de bañaderas sobre Zapiola. Había una imprenta muy grande, una fábrica de matafuegos, una de soda, otra de un tal Jorge que vendía telas y retazos, y la farmacia de la esquina que todos los años nos pedía cocinar el lechón. Cuando llegaba fin de año, las fiestas eran bien de barrio. Sacábamos la mesa afuera, venían los vecinos y brindábamos con todos. Lo mismo en los cumpleaños: en la casa de un vecino, o en la casa de otro. Hoy sigue siendo barrio, pero no el de aquella época. Había muchos italianos y españoles que se han continuado en hijos y nietos, aunque muchos en la época de Menem vendieron sus casas y se fueron.” Delma sigue aferrada a su lugar, orgullosa de su oficio y de su descendencia. “Tengo 15 nietos: la mayor cumplió 25 años y el más chiquito tiene 3. En el barrio hice patria. Mi vida está en Saavedra.”
Delma, panadería “La estrella del Norte”
Este testimonio forma parte de la Colección Barrios y Vecinos de Asociación Civil Rumbo Sur.
Datos: Saavedra / 22/03/2018 / Saavedra, buenosaireshistoria, buenosairesvecinos, testimonios, historiaoral, porteños, vecina, panaderia, “La estrella del Norte”, comercio